El antídoto para salvar al cine
- Uiso Crespo
- 31 jul 2020
- 1 Min. de lectura
Crítica de 'Padre no hay más que uno 2: La llegada de la suegra'

El cine está viviendo una de las etapas más complicadas con la nueva normalidad. La cartelera no ha despertado un gran interés en el público, aunque el ingenio y la creatividad de Santiago Segura auguran un soplo de esperanza. Padre no hay más que uno 2: La llegada de la suegra es el gran antídoto para atraer de nuevo a las familias a llenar las salas de cine, siguiendo la normativa de Sanidad.
Es una cinta idónea para disfrutar del verano, olvidándose de todos los males que inundan los informativos sobre la COVID-19. No tiene la originalidad de la primera o la misma chispa en el humor, pero supone un buen producto de entretenimiento. Esa es su principal finalidad, tratando de llegar a todos los públicos, de ahí que veamos influencers adaptados a gente de todas las edades.
La vida del padre (Santiago Segura) parecía estar controlada hasta que se entera de que su mujer está embarazada (Toni Acosta). Es esta situación la que origina el gran aliciente de la cinta, la llegada de la suegra (Loles León). Estas vivencias son las que provocarán el entretenimiento del público y ojalá que ayuden a salvar al cine.
Si La gran familia es la película de las navidades, junto a su secuela, podríamos empezar a decir lo mismo de Padre no hay más que uno es la saga del verano. Son títulos que logran conectar con diferentes generaciones. Unos crecieron con el mítico Chencho y otros crecerán con este padre cuya vida está llena de gags que nos recuerdan a escenas cotidianas de nuestra vida.
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